Los principales problemas que podemos encontrar en las redes de distribución de agua de consumo y/o agua caliente sanitaria son:
- Incrustaciones en los conductos debidas a agua de alta dureza y alcalinidad, aumento de la temperatura, presencia de distintos materiales en el sistema, variaciones en la calidad del agua, etc.
- Corrosión debida a agua agresiva de baja dureza y baja alcalinidad, presencia de distintos materiales en el sistema, cloraciones excesivas, etc.
- Contaminación biológica debida a una falta de control del tratamiento biocida, presencia de ramales muertos o zonas de poca recirculación, presencia de incrustación, presencia de corrosión, etc.
Los fenómenos de incrustación, corrosión y los crecimientos biológicos contribuyen a la reducción del flujo de agua, a la reducción de la transferencia de calor e, incluso, a la modificación del sabor y olor del agua. La oxidación, además, puede liberar metales pesados en el sistema, algunos de los cuales son tóxicos (Cu, Pb), y también provocar daños materiales (pitting), con la consiguiente pérdida de agua. La contaminación microbiológica puede producir también la aparición de enfermedades como la Legionelosis.
Todo ello supone un aumento del coste de explotación de estos sistemas y un riesgo para la salud de sus usuarios, por lo que es necesario realizar un correcto tratamiento del agua que sea eficiente, no tóxico y que no aporte sabor, color ni olor al agua. Dicho tratamiento deberá cumplir, además, lo especificado en la legislación sobre aditivos para aguas de consumo humano (Orden SAS 1915/2009).